Por Mauricio Morales Moreno
El delicado tema del adoctrinamiento ha resaltado entre la opinión pública con el nombre de Alejandro Gaviria, nuevo ministro de Petro, quien en los últimos meses ha protagonizado un episodio para muchos reprochable.
Como ya el país supo, este excandidato resultó ser una de las víctimas del sonado caso de los Petro-Videos, donde sus contendores políticos decidieron destruir su imagen para «acabarlo electoralmente».
Pero a pesar de esta infamia, el excandidato decidió mejor, apoyar a sus agresores para la segunda vuelta presidencial, sin manifestar escrúpulo alguno y sin reproches morales.
De forma irresponsable, Alejandro Gaviria optó por dejar tirada a su gente y apoyar decididamente al petrismo, y más grave aún, sin tener en cuenta la opinión de sus electores, quienes veían en él a una inteligente y sensata opción de poder.
El nuevo ministro designado, se decantó entonces por cohonestar con aquel partido de terroristas morales, irrespetuosos del debate como Roy Barreras, quien junto a la hoy senadora María Isabel Zuleta, Clara López y todos sus colaboradores, conspiraron no sólo contra Gaviria, sino contra las buenas formas democráticas.
Ahora bien, señor lector; a consecuencia de esto, se establece toda una jugada burocrática que impactará nocivamente en la política educativa del país, y que avanzará en contra de las nuevas generaciones de colombianos.
Ya que el sistema educativo, pasará a dominar más agresivamente el pensamiento de sus hijos, que en promedio permanecen más de 30 horas a la semana en compañía de sus educadores, jornada que incluso ya se ha propuesto extender aún más.
A partir del 12 de agosto como ya lo anunció el nuevo ministro Gaviria, se va a impartir para nuestros niños y jóvenes, el núcleo duro del adoctrinamiento construido para reescribir la historia de Colombia.
Estos escritos y productos audiovisuales elaborados desde la impresentable «Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad»; serán en adelante el eje central de los textos escolares de uso oficial en nuestro sistema educativo.
Pero ¿qué consecuencias tendrá esta jugada política para el futuro del país?
Sepa usted que serán graves y profundas las consecuencias, consistentes en vender la idea de que «Papá Estado» puede, y tiene que reconocerle al ciudadano todos los derechos que se le ocurran, donde la solidaridad y la cooperación social serán todas dirigidas estatalmente.
Esto debilita al ciudadano frente al Estado, lo convierte en un inútil, en un súbdito contribuyente, en un dependiente de las instituciones públicas, ya que el Estado pasa en la mente de todos a ser el proveedor absoluto del bienestar.
El adoctrinamiento comprende ideas nocivas en todos los ámbitos, el Estado como responsable de todo le resta responsabilidades al individuo, y con la narrativa falsa de la inclusión, convierte a la sociedad en un espacio de tolerancia frente a cualquier conducta condenable.
Es ahí donde se vuelve lícito el actuar de la Primera Línea por ejemplo en Chile y en Colombia que son colectivos guerrilleros que, escudados en el derecho a la protesta, incendian, destruyen, matan civiles y policías, y paralizan economías nacionales enteras sin ningún control.
Si todo esto ocurre con solo introducir la idea que el derecho a la protesta es un bien superior, ¡imagínese lo que sucederá con el resto del paquete ideológico! la cultura entonces pasa a estar en medio de un fuerte litigio.
Basta ver que asistimos a nivel mundial, a una enorme y compleja batalla cultural; que en diversos escenarios la ha planteado con especial suficiencia y claridad el escritor y defensor del pensamiento libre Agustín Laje.
Así las cosas, la izquierda tóxica e inmoral entra fuertemente en la cruzada por la conquista del pensamiento, en la infancia y en la juventud colombianas.
Una tarea inmoral, que desde tiempo atrás viene adelantando Fecode en calidad de oposición, pero que hoy se verá fuertemente incrementada gracias a las inagotables fuentes de recursos públicos, ya que la izquierda pasa a ser el oficialismo.
Pero ¿en qué consiste exactamente el adoctrinamiento que se avecina con Alejandro Gaviria como ministro?
Consiste en destruir a la familia con las ideologías de género, ya que reducir el interés por constituir un hogar compuesto de padre, madre e hijos, y al disminuir la procreación, aumenta considerablemente el poder estatal.
Esto es algo que ya se ha probado con éxito por la izquierda en otras latitudes, montando los Estados de bienestar europeos, el canadiense y las peligrosas políticas del partido demócrata, en Estados Unidos.
Estas ideas que reencauchan la antigua y revaluada idea malthusiana de que ya somos muchos en el mundo y de que los recursos al ser escasos nos obligan a reducir la población humana con el aborto y otras prácticas eugenésicas, con este modelo educativo que se viene, cada vez serán ideas más aceptadas.
Y tendría una serie de efectos sobre la conducta de la gente, conductas que incluso ya estamos viendo, como la exigencia irracional por reclamar el «derecho al aborto», cuando hay tantos métodos de planificación familiar que le permiten a la mujer que no sea necesario llegar hasta esos extremos.
Un chico que en un aula de clase le digan que: «usted no es hombre ni es mujer, sino lo que usted diga», deja el mensaje al educando que, en última instancia, el Estado está obligado a cambiarle de sexo si así lo quiere, entonces los deseos pasan a convertirse en derechos.
Por otra parte, se impartirá el mensaje que tener una relación estable de pareja y con una descendencia ya no es importante para el individuo, porque los cuidados que antes proporcionaba la familia, en adelante se los podrá dar a la persona «papá Estado».
Entonces a partir de estas ideas invasoras, no será necesario el afecto familiar ya que todo lo que se le ocurra a la gente lo podrá reclamar como derechos, así sea mediante «estallidos sociales» como pudimos ver en la pandemia con la toma guerrillera comandada desde las toldas socialistas.
Así las cosas, en la actualidad ya tenemos cientos de orientaciones sexuales reconocidas, donde la familia pasa a ser cualquier cosa.
Usted con su perro, usted con su PC, o usted con una docena de globos, o más bizarro aún, usted si es un hombre de 50 años puede decidir ser una niña de 7 años y ser adoptada.
Como ya pudimos ver, Fecode ha hecho perfectamente su trabajo de divulgar mentiras, de cambiar narrativas, de reescribir la historia, de introducir ideas, de construir la trampa, y sobre todo de echarle la culpa al Estado y al empresariado, por todos los problemas sociales que vive el país.
Es claro que Alejandro Gaviria es un «purasangre» de la élite globalista en Colombia, y para él uno de sus éxitos más grandes será implementar la ideología de pensamiento único que promueven los psicópatas globalistas, la cual ya es fortísima entre la ciudadanía en los países más desarrollados de Europa, Estados Unidos y el empobrecido cono sur de nuestro continente.
Si vemos la trayectoria del nuevo ministro Gaviria, no solo fue decano y rector de la ultraizquierdista Universidad de los Andes, la otrora institución de la «Bogotá Roja» que recibía con aplausos, arengas, pancartas y banderas a los militantes del M-19 a principios de los años 80; sino que ha ocupado entre muchos otros, puestos destacados en el Banco Mundial y en el BID.
¿Qué significa esto para sus hijos? que si bien es cierto se trata de un profesional con innegables capacidades y competencias, eso es justamente lo que más preocupa; usted señor lector debe entender que para los cargos públicos la gente no solo tiene que ser competente, sino también idónea.
La élite global que él representa, transita desde hace décadas un preocupante y peligroso camino hacia la consolidación de un gobierno global de corte socialista, donde son espacios clave para su conquista del mundo, las ideologías tanto de género, como la narrativa ambientalista y el espacio cultural.
Puede verse esto claramente en los enfoques de la Comisión de la Verdad, donde se plantean: El Enfoque de Género, niñas y niños, Psicosocial, Estrategia cultural, adulto mayor, discapacidad y el enfoque étnico, confundiéndose los informes emanados de esta comisión, con la agenda del gobierno entrante.
Aparentemente son enfoques o miradas muy sanas y apropiadas para abordar y narrar todo tipo de problemática social, incluida nuestro conflicto armado interno.
Sin embargo, debe entenderse que los enfoques planteados no son para narrar ni explicar, sino que claramente la Comisión de la Verdad los utiliza para adoctrinar, no hace uso de ellos para defender a la gente ni para reparar, sino para reescribir la historia a su manera.
A partir de aquí no puede esperarse que haya justicia y reparación, ya que la verdad quedará viciada.
Las FARC que mataron a más de 220 mil colombianos y desplazaron a más de 4 millones, reclutando y violando niños en sus filas, traficando con drogas, secuestrando y torturando a los colombianos; con Alejandro Gaviria como ministro divulgador de la mentira, pasarán a ser los héroes de la patria tal como piensan en Europa.
Entendiendo que el Estado es el responsable de todos los problemas, entonces a fin de cuentas seremos todos los que pagaremos las atrocidades de los violentos, tal como manifestó la senadora María Fernanda Cabal.
De esta manera la falsa narrativa y el adoctrinamiento al que someterá el nuevo gobierno a las generaciones por venir será todo un desastre.
Destruyendo así lo que deberían ser los objetivos de una comisión esclarecedora de la verdad sana pulcra y desprovista de ideologías.
El país terminará creyendo que la causa principal de nuestras violencias fue la violación a los derechos de niñas y niños, a los derechos de la mujer, a los derechos del adulto mayor, a los derechos de las minorías étnicas y de los LGBITQ+
Así se desestimarán los verdaderos orígenes del conflicto, los cuáles son: La violación a la propiedad privada, la precaria administración de Justicia, la falta de autoridad y de instituciones favorables a la convivencia como son los negocios y tribunales reguladores, el libre tránsito de personas y de los bienes de capital, la falta de libertad de mercados, la falta del reconocimiento mediante la fe pública ministerial de la propiedad privada, la falta de presencia de estas instituciones en los enclaves geográficos más apartados, el irrespeto por la vida, la falta de sistemas financieros privados que en sana competencia permitieran el acceso a recursos y a la contabilidad para una acumulación de riqueza de nuestros campesinos, el acceso a los mercados exteriores, la falta de derechos de autodefensa individual, y la falta de una verdadera presencia de la fuerza pública para defender la vida, la propiedad privada y la libertad.
Además, en el plano estrictamente económico, la explicación sesgada sobre las causas del conflicto elimina la idea de la función empresarial como la fuente de todo el desarrollo social que hemos tenido.
Reemplazando todo lo anterior con la nefasta idea de que para que haya progreso todos los individuos tenemos que ser económicamente iguales y que esa “justicia social” la tendrá que dar el Estado, pero con la plata de nuestros impuestos.
Todos estos elementos verdaderos y demostrables científicamente como causas del conflicto quedarán por fuera, y lo peor de todo, la carga de la responsabilidad total no recaerá en los agresores ya que se entiende que las guerrillas tuvieron razones políticas con origen en el Estado y en el régimen político.
En consecuencia, los culpables somos todos, ya que las responsabilidades individuales dejarán de existir, sumergiendo al país en la absoluta impunidad como costo de la paz.
En otras palabras, más allá de todo el daño y el adoctrinamiento que los niños de Colombia han recibido por parte del funesto sindicato de Fecode, ahora será el gobierno en pleno ejercicio, el que decididamente reescribirá la historia en la mente de nuestros niños.
Con estas decisiones del nuevo ministro Alejandro Gaviria para muchos incomprensibles, surge la pregunta de si él en realidad era un contendor del pacto histórico o uno más de sus alfiles camuflados estratégicamente.
Pronto desaparecerá la responsabilidad individual y tendremos un país de responsabilidades colectivas, algo que ya ha ocasionado desastres éticos y morales en nuestro país con los fallidos acuerdos de paz.
Que la gente no comprenda verdaderamente los orígenes del conflicto, llevará inexorablemente a que el país vuelva a cometer los mismos errores del pasado.
Gracias a este desastre educativo que se avecina, en algún momento del futuro con menos turbulencia, la gente no sabrá a ciencia cierta, por qué razón fue que nos matamos durante tantas décadas, si es que algún día llegamos a ese anhelado punto de paz, armonía, cohesión social y de prosperidad.
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