jueves, diciembre 4, 2025
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(ANÁLISIS) La carta del “Pollo” Carvajal a Trump reabre un capítulo oscuro de infiltración, espionaje y una operación silenciosa dentro de Estados Unidos

La misiva enviada por Hugo “el Pollo” Carvajal al expresidente Donald Trump, publicada por The Dallas Express y reseñada por IFMNOTICIAS, desató una tormenta política de proporciones inusuales. No se trata de un denunciador cualquiera, sino de quien fue el jefe de la inteligencia venezolana durante las presidencias de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, estructura que articuló cooperación con las FARC, el ELN, Hezbollah y redes criminales transnacionales. Hoy Carvajal, recluido en una cárcel federal de Estados Unidos, colabora con la justicia norteamericana bajo estrictos protocolos de seguridad.

La carta parece, a primera vista, una petición política. Pero para los analistas internacionales, lo verdaderamente relevante está en las líneas que describen cómo, diplomáticos y funcionarios de inteligencia estadounidenses, habrían colaborado con el chavismo y el madurismo por años, recibiendo pagos y ofreciendo protección a un régimen acusado formalmente de narcoterrorismo por el Departamento de Justicia.

Esa afirmación, puesta por escrito por quien dirigió los aparatos de espionaje venezolanos durante casi dos décadas, no es un comentario incidental, es una acusación que, de ser verificada, constituye un caso de penetración estatal sin precedentes recientes en Estados Unidos y que recuerdan los más oscuros capítulos de espionaje durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia y sus agencias de inteligencia CIA y KGB.

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Una acusación que altera todos los parámetros de seguridad nacional

Lo que Carvajal señala en su carta no alude simplemente a influencias políticas o contactos informales. Habla de diplomáticos y agentes de inteligencia estadounidenses que habrían ofrecido asistencia directa a Chávez y a Maduro, lo que implica acceso a operaciones, información clasificada y decisiones estratégicas en tiempo real. Para los expertos consultados, esto trasciende la categoría de corrupción común y entra en el terreno del espionaje interno contra el propio Estado norteamericano.

Estados Unidos ha enfrentado casos de infiltración extranjera en agencias federales, pero la hipótesis de que un régimen considerado hostil, vinculado al narcotráfico, a organizaciones terroristas y a potencias como Irán y Rusia, con suficiente dinero proveniente del petróleo, haya penetrado sus instituciones durante años; transforma la discusión. Implicaría fallas institucionales de gran escala y una violación grave de la seguridad nacional.

Un señalamiento así obliga a revisar decisiones históricas como aquellas sanciones diluidas, operaciones inexplicablemente fallidas, presiones diplomáticas que nunca avanzaron y momentos en los que Washington frenó medidas contundentes contra Caracas sin razones visibles. Carvajal sugiere que parte de esas decisiones pudieron estar influenciadas desde dentro.

El tipo de colaboración que Carvajal describe y sus alcances operativos

Aunque la carta es breve, el trasfondo es amplio. Para los analistas de inteligencia, las formas de colaboración que Carvajal insinúa abarcan varias dimensiones. La primera es el flujo de información. Si personal diplomático o de inteligencia filtró datos sobre movimientos operativos, sanciones inminentes o investigaciones en curso, el régimen venezolano habría tenido la capacidad de anticiparse a capturas, incautaciones e intervenciones.

También está la protección a redes criminales. Desde 2020, el Departamento de Justicia acusa a Maduro y a su cúpula de encabezar el Cartel de los Soles, una organización de narcoterrorismo transnacional. Una colaboración interna podría haber frenado medidas contra las FARC, el ELN, Hezbollah y el Tren de Aragua, todos presentes en territorio venezolano.

A esto se suman los efectos diplomáticos como las decisiones suavizadas en el Departamento de Estado, sanciones debilitadas, procesos internacionales congelados y una narrativa pública que por años evitó nombrar al régimen como lo que era, incluso cuando múltiples agencias tenían información suficiente.

Finalmente, Carvajal insinúa la posibilidad de que redes vinculadas al chavismo hayan operado dentro de Estados Unidos para actividades de espionaje, lavado de dinero e infiltración de comunidades. De nuevo, estas son acusaciones que corresponden a un plano de contrainteligencia, no de discusión política ordinaria.

Los delitos que se activarían en territorio estadounidense

La dimensión jurídica del caso es una de las más sensibles. Si se comprueba que diplomáticos o agentes estadounidenses colaboraron con el régimen venezolano, se activarían investigaciones, bajo algunas de las leyes más duras del sistema federal.

Juristas consultados recuerdan que el Acta de Espionaje castiga a quienes entreguen información, asistencia o ventaja estratégica a un actor considerado enemigo. La acusación de Carvajal se acerca a ese tipo penal.

Al régimen venezolano se le imputó narcoterrorismo en 2020, por lo que cualquier vínculo con sus operaciones podría considerarse conspiración para favorecer a una estructura narco-terrorista. Hoy, han sido declarados como Organización Terrorista Extranjera. En escenarios extremos, ciertos comportamientos podrían interpretarse como traición, particularmente si implican asistencia a un actor que actúa contra la seguridad estadounidense.

A esto se suman cargos de cohecho, fraude al gobierno y violación de la Ley de Neutralidad. Si existió pago a diplomáticos o agentes, la evidencia podría derivar en procesos penales de gran alcance.

El impacto dentro de las agencias estadounidenses. Auditorías, revisión de operaciones y reactivación de archivos

Cuando un testigo de alto nivel afirma que diplomáticos y agentes fueron reclutados y pagados por el régimen venezolano, las implicaciones dentro del aparato de seguridad estadounidense son inmediatas. Se activan auditorías internas del FBI, CIA, DoD y NSA, especialmente sobre personal que tuvo contacto con embajadas, enviados especiales y misiones en Colombia, Cuba y Venezuela.

Las unidades de contrainteligencia revisan comunicaciones internas, permisos, viajes, contactos con terceros y decisiones diplomáticas que en retrospectiva quedaron sin explicación. Las operaciones fallidas contra el narcotráfico y el terrorismo en la región podrían ser reevaluadas para determinar si fueron saboteadas desde adentro.

Asimismo, expedientes que llevaban años archivados pueden reabrirse bajo nuevas hipótesis, especialmente si Carvajal entrega nombres, fechas, intermediarios y métodos de pago.

La política exterior de Estados Unidos queda en examen

Lo dicho por Carvajal no solo apunta a individuos. También cuestiona la consistencia de la política norteamericana hacia Venezuela durante dos décadas. Si existió infiltración, esto explicaría, por qué Washington no logró frenar la expansión del Cartel de los Soles, o por qué tardó tantos años en escalar sanciones y por qué algunas designaciones terroristas nunca avanzaron.

Este escenario podría llevar al gobierno estadounidense a revisar todo el marco de relaciones con Venezuela desde 2005, identificar vulnerabilidades y adoptar medidas más contundentes. El abanico incluye operaciones encubiertas, capturas internacionales, mayor presión financiera y una articulación más fuerte con aliados regionales.

Un hallazgo de esta magnitud también permitiría a Washington sostener que Venezuela actuó como un Estado hostil capaz de penetrar sus estructuras, no solo como una dictadura autoritaria. Ese es un cambio conceptual profundo que modifica el tipo de respuesta diplomática y militar.

Las repercusiones para aliados, operadores políticos y defensores del régimen venezolano

Otro punto crítico es que una potencial investigación formal no se limitaría a funcionarios estadounidenses. Organizaciones, consultores, cabilderos, políticos, ONG y empresas que hayan defendido, facilitado o normalizado al régimen venezolano podrían quedar bajo revisión.

Si existió una operación sistemática de infiltración y cooperación criminal, toda la red de influencias deberá ser revisada. Y si Carvajal ofrece información verificable sobre pagos o intermediarios, el alcance podría ser mayor del previsto.

La implicación más delicada. Venezuela como operador de inteligencia hostil

El aspecto más grave del análisis es que la carta sugiere que Venezuela actuó como un Estado hostil con capacidad de penetración estatal dentro de Estados Unidos, utilizando a Cuba como plataforma de inteligencia y recibiendo apoyo de Rusia e Irán.

Esta descripción recuerda a operaciones de la Guerra Fría, especialmente a las estructuras de la KGB y a los modelos de espionaje chinos e iraníes contemporáneos. En otras palabras, no se trataría de simples pagos ni favores, sino de una operación estratégica de largo aliento.

La carta que obliga a Estados Unidos a mirar hacia adentro

La misiva de Carvajal no es solo un documento político, sino un punto de inflexión. El testimonio de quien fue pilar de la inteligencia venezolana por dos décadas abre un frente de investigación que atraviesa diplomacia, seguridad, justicia y política exterior.

Por primera vez, un funcionario de ese nivel afirma que el chavismo logró penetrar instituciones estadounidenses durante años. Si su declaración es verificada por los fiscales federales, podría convertirse en uno de los casos de contrainteligencia más delicados del siglo XXI.

Estados Unidos enfrenta ahora la obligación de responder a varias preguntas incómodas, como ¿hasta qué punto un régimen hostil logró infiltrar su Estado desde adentro? Y, sobre todo, ¿qué implicaciones tendrá para Venezuela, para la región y para quienes participaron o facilitaron esa operación transnacional?

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