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miércoles, abril 24, 2024
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Alerta, Medellín: ojo con el 2023

Por Jaime Restrepo Vásquez

Los medellinenses deben estar alerta: el próximo año tendrán la elección de Alcalde y Concejo Municipal para el periodo 2024 – 2028 y, en esta ocasión, como nunca en la historia de Medellín, se tendrá que escoger, además de un buen administrador, un equipo de rescate que sea capaz de reconstruir las ruinas institucionales y sociales que ha dejado el cataclismo de Quintero Calle y Los Alpujarros.

A pesar de la mala imagen, del desprestigio y de la antipatía que despierta el suspendido alcalde, hay una verdad que no se puede soslayar: Los Alpujarros existen, son una realidad en Medellín, y sus ambiciones, unidas al enorme apetito por el erario, serán motivos suficientes para tratar de conservar sus parcelas de poder. Ellos existen y no saldrán fácilmente del espectro político local.

Los Alpujarros van a esforzarse por mantener la posición que obtuvieron en 2019 y para tal fin pondrán como candidato a alguno de los que queden desempleados después del 19 de junio, ya sea Fredy Esteban Restrepo o Juan Pablo Ramírez. Dirá Quintero que a esos muchachos hay que buscarles oficio, y nada mejor para él que tratar de ubicarlos en el piso 12. Entonces se vendrá una andanada que buscará profundizar la división social que sembraron en estos 29 meses de desastre.

Es más: siguiendo el mismo libreto que sedujo a los votantes en las pasadas elecciones locales, tratarán de arreciar los ataques contra el GEA, contra las universidades más importantes de la ciudad, contra las «élites» y contra los sectores que, según ellos, han excluido al norte de Medellín. Además, tratarán de avivar el fuego del odio contra Uribe y contra el uribismo, lo que les dio réditos interesantes durante la campaña.

Lo que debe esperar la ciudadanía de Medellín es un crecimiento exponencial del gasto público, así endeuden mucho más a la ciudad y así tengan que exprimir a la pobre EPM para tratar de recomponer la imagen de los incapaces que nos desgobiernan, con electrodomésticos y aparatos tecnológicos. De igual forma, cooptarán a las juntas de acción comunal y a los ediles que les sean útiles ––serviles–– para hacer crecer la base de datos de electores dispuestos a vender su voto.

Sin embargo, el desastre que padece Medellín no es culpa exclusiva de Daniel Quintero y sus inmorales muchachos: el Concejo tiene una enorme cuota de responsabilidad en la catástrofe. Comenzando por aquellos que traicionaron el voto de los medellinenses, pues llegaron a la Corporación con unas banderas, y una vez se instalaron en sus curules, las arriaron para izar la bandera negra de los piratas, que podría representar perfectamente a Los Alpujarros.

Además de Yordano Corredor, Nataly Vélez, Lina García y María Paula Aguinaga, a esa lista de traidores y acomodados hay que sumar los nombres de Dora Saldarriaga y Lucas Cañas. Es que, de seguro, ellos fueron cooptados por Los Alpujarros con puestos, contratos para sus amigos y familiares y poder. Cada uno debe tener cuotas, negocios y, de golpe, negociados en la Alcaldía más corrupta en la historia de Medellín.

¿Alguna de las votantes de Saldarriaga alcanzaría a imaginar que su elegida respaldaría a un «gobernante» acusado de abuso sexual y violación? Ella, como los cuatro felones del Centro Democrático y el actual presidente «obediente» del Cabildo, solo usaron el ideario de sus movimientos para llegar a la curul y luego dieron un giro de 180 grados, al punto de aplaudir lo que va en contra de los principios que decían defender.

Los nombrados, entre algunos otros, facilitaron la toma hostil del Concejo, urdiendo alianzas y estratagemas para entregarle el manejo de la corporación municipal a Daniel Quintero Calle. Además, obstruyeron el control político para que Los Alpujarros siguieran haciendo de las suyas.

Justamente ellos tendrán un papel protagónico en las próximas elecciones, pues se convertirán en escuderos del pérfido exalcalde, vendiendo el absurdo de defender los ideales impostados y artificiales ––vacíos, en realidad–– de Quintero Calle, aunque solo representan la codicia y la soberbia de no perder los privilegios otorgados por el capo de Los Alpujarros.

¡Ojo, Medellín, con el 2023! Aún estamos a tiempo de reconducir el rumbo y salvar a la ciudad de Daniel y su hueste de facinerosos.

Conversemos en Twitter: @atrabilioso

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