La histórica y querida Compañía Colombiana de Tejidos Coltejer, de origen antioqueño, que otrora fuera la principal textilera de Latinoamérica, definitivamente ha cerrado sus puertas y le dijo adiós para siempre a sus empleados.
La compañía emblema del empuje paisa y de las grandes hazañas de los antioqueños en la historia, la de la torre coltejer construida en forma de aguja, la fundó el mítico Alejandro Echavarría, quien a principios del siglo XX, más exactamente el 22 de octubre del año 1907 inició la empresa con doce empleados, un capital de doce telares y mil pesos.
Menos de 3 años después ya tenía 100 máquinas y 150 trabajadores, posicionándose como la empresa líder de Latinoamérica, con su emblemática tela estampada el “Crespón Carmen” y para el año 1940 ya contaba con 1320 empleados.
Entre los grandes beneficios que la compañía trajo a la región y al país, estuvieron los hitos de la Fundación del Hospital San Vicente de Paúl, uno de los más importantes del país, y ampliamente destacado en investigación y avances médicos, escuelas patrocinadas para la educación de los niños pobres y los hijos de los empleados, la Bienal de arte de Coltejer la cual se llevó a cabo entre el año 1968 y 1972 con tres exposiciones patrocinadas por la empresa.
Durante esos cuatro años de oro de la empresa, se da uno de sus hitos más grandes, la construcción de la emblemática torre Coltejer construida en la avenida la Playa, orgullo de la cultura paisa, un portento de complejo de oficinas dominado por un rascacielos en forma de aguja de textiles, que al día de hoy se divisa desde kilómetros a la redonda y que continuará siendo uno de los principales símbolos de Antioquia.
Al tiempo que su figura esbelta y orgullosa era respaldada por las letras también emblemáticas que alumbraban de noche, ubicadas en las laderas orientales de Medellín dominando el Valle de Aburrá.
Por su parte, en el ámbito deportivo la empresa patrocinó al campeón mundial de ciclismo Martín Emilio Cochise Rodríguez en su histórica prueba de los 4 mil metros de persecución individual. En este periodo la empresa llega a su máxima expansión y nivel de tecnificación, y por esos días llegó la compra accionaria en 1978 por parte del empresario Carlos Ardila Lulle.
Para la década de los 90s entró en un declive, con importantes pasivos hasta el año 2008 donde se unió al grupo mexicano Kaltex, intentando sobrevivir en un mercado cada vez más competido y cuyas mayores factorías ya se habían desplazado al continente asiático, de bajos salarios y superior volumen de producción.
