jueves, marzo 28, 2024
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Acabaron con el paisaje cultural Cafetero

“Ni tan paraíso, ni tan verde”.

Por: Oscar Alberto Montoya Jaramillo

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Soy caleño, de familia quindiana, lo he dicho muchas veces. Allí, en Cali, aprendí que uno no debe callar lo que piensa. Es la razón de ser de este doloroso escrito.
Hoy, tomando café con mi vecino administrador de propiedad horizontal, él decía; “en uno de los condominios que manejaba en Armenia, me costaba trabajo reunir el quórum en las asambleas. La razón principal es que entre el 40% y 45% de los propietarios no viven en el Quindío”.


¡Pues claro! Es una gran inversión comprar en el Quindío. Para un foráneo, comprar un apartamento de sesenta metros en un muy buen sitio de Armenia, puede ser la tercera parte del de uno similar en Bogotá.


Esta fue la respuesta de un constructor quindiano, a quien le preguntaron cómo garantizaría el suministro de agua para los apartamentos que ofrecía. “Ese no es mi problema. Me dieron la licencia, construyo, vendo, el gobierno que solucione el lío”.


En Bogotá ya pasó con “Cedritos”. Si usted tumba tres casas donde vivían quince personas, y construye allí un edificio de cuarenta apartamentos. ¿Cómo garantiza a cuarenta familias energía, alcantarillado, recolección de basuras, y que no colapse el tráfico?


En Circasia, donde vivo, se está construyendo “Ciudad Galicia”. Se trata de un proyecto de MIL APARTAMENTOS, que, en un municipio de poco más de veinticinco mil habitantes, representan el 15% de la población actual y un 11% más de suscriptores de acueducto y energía. ¿Saben los municipios vecinos, donde van a parar las aguas negras de este proyecto de vivienda?


No estoy contra del progreso, lo concibo como armónico y sostenible. Los deseos de urbanizar este verde paraíso llamado Quindío, no se circunscriben a la alcaldía de Circasia. Es ya reconocida la presión ejercida desde la Casa de Nariño, para “Pueblito Panaca” en Quimbaya. Ni hablar de lo que está pasando con Génova, o de la locura de precios de la propiedad raíz en Filandia, o Salento.


Pero parece que a nadie le importa; ni a las autoridades que conceden licencias de construcción, ni a la corporación autónoma que debe conceder los permisos de vertimiento; ni a los mismos constructores; para quienes el hecho es ¡VENDER!.


Ustedes, amigos foráneos que vienen a Circasia, Quimbaya, Salento o Filandia, ven palmas de cera en Cocora, o almuerzan donde “Elena” en Filandia, quedan encantados y deciden ¡invertir aquí! Es negocio vender en Bogotá, Medellín o Cali, y venirse….


Ello ha representado una locura desbordada en los precios de la propiedad raíz, de los alimentos, de los arrendamientos. Amigos visitantes; aquí no hay empleo. A algún “genio” se le ocurrió hace 23 años, que el turismo era la solución. Cuán equivocado, pues al genio se le olvidó que el turismo como a él se le ocurrió, no genera empleo de calidad. Él cree que es lo mismo generar ingresos, que empleo.


Quien arrienda su casa de la finca en semana santa a un grupo de turistas y cobra ocho millones de pesos, ese señor, no paga impuestos, ni transfiere recursos a una caja de compensación, para educar a los hijos del “casero” que atienden a los visitantes en el aseo de la casa, cocina, lavandería, la piscina, o el bar. La esposa del casero, acaso, se queda con la propina y pare de contar. ¿A alguien le importa la educación de esos muchachos?


Vengan a conocer el “Paraíso Verde” que se está quedando sin agua. Aquí tumban monte para sembrar aguacate. Les ilustro opciones para nuestros jóvenes: mototaxismo, sicariato, microtráfico o prostitución. Algunos afortunados consiguen financiación para un motocarro, con el que hacen acarreos en las ferreterías. Eso si es negocio aquí: UNA FERRETERÍA. Piensan que la construcción genera empleo.


Vengan a conocer este paraíso, cuya capital, Armenia, tiene el récord mundial de que sus alcaldes terminan en la cárcel, salvo quien fue “socio” de quien hace unos días, nos asombró autocalificándose como #UnaPerraMás. Ese “socio”, está prófugo de la justicia.


Todo lo anterior, aunado a una diáspora, dedicada a oficios que bien pudieran ser para nativos, forman un “coctel” nada agradable. Si luego de esta corta presentación, quieren invertir en el Quindío, son bienvenidos. Pero, de verdad, piénsenlo.
Un par de notas finales:


Algunos de ustedes, si conocieron al Quindío hace años, recuerden que las fronteras entre los municipios, eran un precioso muestrario de verdes. Ahora, se encadenan con condominios…, o moteles Ejemplo de ello, Circasia y Montenegro, Circasia – Armenia, La Tebaida – Armenia…
Piensen que “a la tierra que fueres, haz lo que vieres”: nos chocan los “usted no sabe quién soy yo”; nos gustan los visitantes amables, que saludan y dan las gracias; nos gustan quienes respetan el entorno al que llegan. Nosotros aportamos buen clima, amabilidad, aporten ustedes respeto por nuestro entorno y buenas maneras. No compren pensando en negocio, de verdad, que nuestro verde paradisíaco, está en peligro.

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