Por Diego Arango O.
El 25 de enero de 1959 el mundo católico recibe el anuncio del Concilio Vaticano II, propuesto por el Papa bueno Juan XXIII e instalado en el año de 1962 y culminado bajo el solio papal de su sucesor Pablo VI, ambos Papas hoy día Santos de la iglesia para el mundo.
Este Concilium reviste una extraordinaria importancia pues en él se actualiza la iglesia y se prepara para los tiempos modernos que son los actuales. Este aggiornamento proyectó a la iglesia del siglo XX y la del XXI que estamos viviendo a los cambios en la sociedad, el aumento de la población, la llegada de la tecnología y el avance de las comunicaciones. El comportamiento del hombre actual difiere mucho de aquel del Concilio Vaticano I de los años 1869 y 70 del Papa Pio IX donde se instituyó la infalibilidad papal, Concilio que fue interrumpido y no concluido por la guerra franco-prusiana.
Con una visión de futuro Juan XXIII introdujo temas que quedaron plasmados en documentos trascendentales para el mundo, como las cuatro constituciones que orientan a la iglesia y al pueblo católico. Son ellas Dei Verbum, la Constitución Dogmática sobre la divina revelación; Lumen Gentium la Constitución Dogmática sobre la iglesia; Sacrosantum Concilium que es la constitución sobre la sagrada liturgia; y la Gaudium et Spes que es la constitución pastoral sobre la iglesia en el mundo actual.
La iglesia moderna viene de Vaticano II, que se adapta al ritmo de los nuevos tiempos y brinda la posibilidad que la fe sea mucho más asimilada para el católico, que la liturgia se realice bajo el entendimiento popular. Como la celebración de la Misa en las diferentes lenguas y ya no más en latín como fue hasta 1965. La profundización en los aspectos sociales y políticos del mundo que comprende la constitución pastoral Gaudium et Spes, donde el hombre sea el depositario final de la conducción pastoral de la iglesia bajo la guía del Espíritu Santo y la orientación de Cristo en los quehaceres cotidianos. Igualmente comprende la participación activa de los laicos en el apostolado como compromiso de fe y religión. En fin, este Concilio que duró tres años ofreció un avance significativo a la Iglesia Católica en el mundo y cumplió 60 años con 6 papas, cuyas encíclicas y documentos han influido al mundo y en especial al católico para bien de la vida de mucha gente sobre la tierra.
Nuestra iglesia es divina desde su creación, pero es humana en su manejo y desarrollo, está asistida por el Espíritu Santo, ha tenido grandes aciertos y conducciones, así como algunos de sus ministros han cometido errores, pero estos han sido de comportamiento individual que obedece a la actitud personal y humana, pero jamás han sido de método ni doctrina.
El Papa Francisco, hombre profundamente humano, ha sido criticado por su Misericordia, pero siempre ha estado como los 265 papas antecesores, fiel a la Doctrina de nuestra Santa Iglesia Católica.
